viernes, 1 de enero de 2010

Feliz Año

A quien se sienta satisfecho con tales expresiones tan genuinamente hipócritas que por doquiera que uno vaya estos días se profieren desde engoladas voces. Entre vómito y eructo.

Pero no os lo deseo a vosotros. Los que me habéis estado explotando sin piedad. Y me habéis arruinado.

Que la putas uvas -aun sin piel (que sois ridiculamente finos)- se os indigesten. Y que mi miseria llene de vino vuestras copas de cristal de bohemia.

Y que lo paséis mal. Muy mal.

Todo el puto año.

Que no os cuadre alguna cuenta.

Que se subleve un poquito el redil.

Y hoy por doquier se ven hoy los clásicos fantoches fiesteros con peluca de putón y matasuegras. Y fingidas tremendísimas mujeres fatales sobre inverosímiles tacones, denotando su ridículo tanga rojo y exhibiendo escotes neumáticos recien hinchados.

Y atronan en la noche los malditos y apestosos petardos cual pedos estruendosos que expeliera el cielo estrellado que como siempre saluda estos eventos con su mejor y mas verbenero telón de fondo.

Cuanta tontería. Cuanta porquería.

Cuantas miserias hallarán hoy -entre champagne de marca y cocaina- enjuague. O al menos una pasadita que socape la mugre que, cierto es, tampoco les resulta muy molesta. A tantos tipos que odio.

Un fin de año mas entre sábanas frías esperando que llegue otro fin de año que al fin tenga algo que celebrar.

No soporto estas celebraciones. Y las tétricas imágenes que ellas me acercan.
De aquellos que me engañan y ningunean.

Los que, por siempre, odio.

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