viernes, 18 de diciembre de 2009

Reciclando

Reciclada. Revenida. Recauchutada.

La carne de cañón se dispone a ser de nuevo disparada.

Estrujada, exprimida, cuarteada.

A ser daño desde su dolor sustancial que la conforma.

Antes, no obstante, habrá nutrido en su desdicha sigilosas soberbias.

A veces apartada. Pero incombustible. Macerada. Madurada. Socorrida.

Acaso acicalada. Con la solera, con el sabor, de lo añejo.

Carne de cañón "gran reserva".

Para los más patéticos tapujos.

Los más sangrantes apaños.

Siempre dispuesta

a ser manipulada

a ser usada

entregada.

A la causa

de todos los engaños

Al fin de todas las miserias.

Serena.

Sonriente.

Terriblemente consciente.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Gente encabronada (adictos a la losantina)

Cinco años envenenando el aire matutino, cuando precisamente la mente recién desgajada de la siempre plácida noche -en la que residen con calma sin reproche los verdaderos fracasos- resulta más vulnerable, son muchísimo tiempo.Demasiado tiempo.

Y aunque el gran degenerado Federico Jiménez Losantos -cuyo más repugnante credencial que exhibe obscenamente es precisamente un presunto pasado pseudo izquierdista (estaba de moda y el menda era muy moderno; luego con Aznar se fue centrando y hasta llegó a hablar catalán en la intimidad)-, a quien le regalo su Don más pomposo y fatuo -como su cuerda siniestra de miserables palmeros- ya no ulula envuelto en pestilente incienso -que aunque ardía y crepitaba no daba calor- el discurso violento y malvado desde la infecta Radio Sotana -en desvergonzado y socorrido apaño para tapujar la indencencia recién proferida desde sus propios conductos- sus secuelas se dejan notar y así será por mucho tiempo.

En forma de demudados rostros enrojecidos de patanes que nunca aprendieron el alfabeto -pero que fueron gente- y que ahora recuerdan o remedan, y además profieren con pompa que resulta tremebunda, sucias frases -para ellos predispuestas "sabiamente" por ese factor del odio y la violencia- desde turbios abrevaderos -mayormente-. Pobres tipos convertidos ahora por la losantina en matasietes a los que no les respetó nunca ni su perro en su propia casa que saben ahora engolar voces cazalleras e hilvanar -aun de forma burda-, con gesto de desdén y acicalados de espuma, los más turbios alegatos agoreros; poco más que amenazas e insultos.

Y a todas horas, para ellos, por ejemplo, los inmigrantes les roban el pan que ellos mismos robaron.

Y alguna mujer apurada, además de no saber en su concepto -tan clásico y tan español- encajar mejor los golpes, se hace asesina de sus hijos. Y hay que pararlas.

Y se cagan, como no, en Zapatero.

Y dan mucho miedo. Pues de buena mañana avinagran el día.

Esta es la gente encabronada que nos ha dejado este indeseable Losantos; este animal dañino que ha envenenado a la sociedad.

Más eficaz en su carga destructora que cualquier explosivo.

Maldito sea por siempre este bicho.

Ojalá residiera solamente en los efluvios etílicos de tanto gañán mañanero salvapatrias.

La adicción a la losantina es un mal hoy por hoy incurable.

Y si ellos se cagan en Zapatero yo me cago en Losantos y le señalo como verdadero culpable de este estado emponzoñado en que halla esta sociedad diezmada moralmente. Lo cual resulta más grave que la puta crisis de los ricos. De la que, de paso, también le hago responsable a este granuja.

Este pájaro de cuenta.

Negro como una sotana.